09 agosto, 2010

Srta. de Avignon

Virtuosa de la compañía, veneno para el abandono, relega su soledad para encontrar el camino hacia nuestra esperanza insatisfecha. Nómada del deseo, soñadora insomne, mujer que abriga al perdedor. Apenas un suspiro. Permanezco de pie, impaciente lucha del eterno ambiguo: quiero y no puedo, para cubrir toda su belleza a la altura de los ojos. No dice nada. Basta una sonrisa espléndida para decorar la habitación. Manos de seda educando a la sensibilidad adormecida. Límpida desnudez con anticiclón de ventanas abiertas resplandeciendo en la retina del humilde beneficiario de sus caricias. Palpitaciones que arrecian en la sien acústica del corazón. Con ella no me siento un perro abandonado.

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