Creo
que no se me dan bien las presentaciones. Creo que tampoco las despedidas. Creo que somos aquello en lo que creemos. Creo en las
canciones. Creo en los detalles. Creo que hay que ir por la vida con los ojos
bien abiertos. Creo que soy más de los Beatles que de los Stones. Creo que Angelina Joie está sobrevalorada.
Creo que hay que ser muy hombre para olvidar a una mujer. Creo que ahora los
gin tonics los preparan diseñadores. Creo en las letras de Sabina.
Creo que el teatro es el mejor cine en 3D. Creo en Clint Eastwood. Creo que dos cubatas
son pocos y ocho, demasiados. Creo en el olor a tostadas por la mañana. Creo
que algún día viviré en una super ciudad. Creo que el imbécil grita y el
inteligente calla. Creo en las cenas con buenos amigos. Creo que las mejores
canciones ya se han escrito. Creo que el reloj, la forma de estrechar la mano y
los zapatos dicen mucho de un hombre. Creo en Disney. Creo que el vinilo suena
mejor. Creo en el ibuprofeno como remedio para la resaca. Creo que no hay nada
mejor en este mundo que escuchar a una chica reír. Creo que me gustaban más los
bares cuando se permitía fumar en ellos. Creo en Tom
Hanks. Creo que los
tertulianos políticos son políticos de tertulia. Creo que el champán que mejor
sabe es el que se bebe directamente de la botella. Creo en los pantalones de
pijama con bolsillos. Creo en las jodidas historias de amor y en las historias
de amor jodidas. Creo que a la tarta de queso le sobra la frambuesa.
Creo en las balas perdidas. Creo en la gente que cree. Creo que nos lo vamos a
pasar bien. Muy bien. Pasen, vean y comenten
28 noviembre, 2012
06 noviembre, 2012
buscar para encontrar..
Bruno dejaba el
cigarrillo en el hueco del cenicero y expulsaba el humo de sus pulmones.
Aquella sensación de vacío empezaba a llenarlo de nuevo. Y él no sabía qué
podía hacer. Inspiraba e expiraba, pero aún así, ya no era suficiente. Estaba
cansado de abrir los ojos y no ver nada, de abrir el corazón y no sentir más
que una habitación vacía. Estaba cansado de fumar, de beber, de ir por la vida
follándose a todo bicho que pasara por sus partes. Estaba cansado de ser aquel elemento
en el que se había convertido. Se miraba al espejo y no se buscaba: percibía a
una persona que ya no era él. Bruno soñaba con el momento en el que toda su
vida diera un giro. ¡Hasta creía en el amor a primera vista! ¿Ridículo, verdad?
Pero él nunca descubría ese amor, por el miedo que sentía a enamorarse, a
confiar ciegamente, a que le volvieran a despedazar el corazón. Nadie había
llamado a las puertas de su alma para quedarse, porque él mismo los echaba.
Ella lo veía darse una y otra vez con la realidad. Ella era el hombro sobre el
que lloraba. Ella era todo lo que él quería
que fuera. Él nunca llegó a abrir
los ojos para darse
cuenta de que ella había nacido para quedarme.
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