18 septiembre, 2010

recuerdos a los dos lados de la cama

El olor es lo que más recuerdo, el perfume  de su cuello, y el sabor de su lengua y de sus besos, mi cabeza martilleaba con un pensamiento ambiguo, por una parte el deseo, y por la otra, el miedo a lo incorrecto, como cada vez, de lo que estaba a punto de suceder. En un primer momento decidí dejarme llevar, cuando sus manos comenzaron a acariciarme las piernas mientras me besaba y su lengua buscaba en el interior de mi boca y fue entonces, cuando sentí la calidez de su saliva y el leve sabor a vaselina, cuando sentí el deseo irrefrenable de morderle la boca y abrir un poco más las piernas. Luego todo fue calor, gotas de sudor, mezclas de fluidos y jadeos, hasta llegar al orgasmo.

Ahora, tumbada todavía desnuda sobre mi cama, miro al techo de mi habitación, él ya se ha marchado y le he despedido con los labios fruncidos y una leve mirada a un infinito que aun desconozco, sonrío jactanciosamente por dentro, y mis ojos van cerrándose poco a poco, y antes de dormirme, me pregunto cuánto durará esta dulce tortura de buscarte cada noche en cualquier sitio, sin encontrarme huyendo de cuanto me conozco.

1 comentario:

Lydia dijo...

El perfume de un cuerpo especial... el aroma que desprende y acompañado del calor de su lengua, son los recuerdos que te devuelven a la vida.