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De repente, llego a casa y allí estás, apoyada sobre la mesita de noche, con ganas de hablarme. Esperando ya, a que te coja para llevarte por fin a la cama. Y es que te enciendes de locura cuando te recorro de arriba abajo hasta encontrarte. Sólo entonces, logras responderme con tu llanto infinito. Después, la noche va perdiéndose lentamente mientras con tu boca, logras paralizar de golpe todo mi cuerpo. Es en ese momento, durante mi sueño, cuando tu susurro se cuela por última vez en mi oído y consigues levantarme:
Buenos días, son las ocho de la mañana, una hora menos en Canarias. ¡Comenzamos!
1 comentario:
Yo le diría: "Buenos días, Buenos Aires".
Muchos besos, darling.
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