04 mayo, 2010

historias de un camarote

Solo estuvimos juntos una vez en el vaivén de un camarote. Fue de esas veces infinitas que valen para toda la vida. Hoy podría perfilar su vientre con la pericia de un cirujano. Podría cartografiar sus nalgas con la exactitud de un topógrafo. Incluso desvelar los misterios de su sexo con la paciencia de un arqueólogo. Y sin embargo, después de haberme especializado en buscarla por todas las mares del mundo, no soy capaz de recordar su nombre.

4 comentarios:

María dijo...

A veces, una única vez te marca para siempre!

Lydia dijo...

Supongo que el mareo del barco y tantas curvas, fue lo que nubló tu vista... pero un recuerdo imborrable al fin y al cabo... ¿el nombre? bueno, es lo de menos.

Krisis dijo...

Buenooooo, que típico
precioso pero típico

Carlos Brito dijo...

Fue suficiente como para permitirte grabar su belleza, es lo que cuenta.