21 abril, 2009

cuando la locura gana a la cordura


Por más que no llegue a comprenderlo, ni tan siquiera acierte en detenerme mi único afán es ser trofeo de tus labios mientras tus manos inician un recorrido que deseo. Siento que me estremezco por entero, que agradeceré a cada una de tus exigencias, que asaltaré tu cuerpo como gladiador romano. Ahora acaricia mi hombro, enreda tus dedos en mi pelo, abre tu boca para recibir mis besos... y déjate hacer a mí. Gozaré cada uno de tus quebrados de placer, te haré que pidas más, que desees más de mi, y rezaré que tus alaridos sean de éxtasis, seré el hombre que con sus manos sobre tu cuerpo te vista con su aliento y solo tu perfume, el que se transforme en humedad libidinosa. Aprovecha que hoy ganaste la batalla a la cordura y me hiciste preso de tus locuras.

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