21 marzo, 2009

una noche de primavera

Era la fiesta de primavera en un pueblo, mis amigos y yo andábamos de pasada de excursión, y nos quedamos. Pasamos la tarde conociendo el pequeño pueblo y a todas las muchachas de buen ver que dejaban insinuar sus carnes después del frío invierno. Ya una vez de noche llegamos a la carpa. Con unas copas y el tiempo de la noche la temperatura sube dentro poco a poco. Me presentan a Alba, ella parece ser un mito inalcanzable, baila sola cerca de mí. Larga cabellera rubia, blusa escotada que parece transparentar un sujetador negro, falda corta y largas piernas de piel ya bronceada. Parece ajena a todo y no la acompaña ningún maromo de esos que pululan como quien posee algo exclusivo. Entro a bailar con ella. Sus ojos azules me reciben con una mirada vidriosa. Con el tiempo ya se sabe. Nuestros cuerpos se acercan. Casi hacemos del roce algo natural. Su boca encuentra mis labios y mi lengua encuentra la suya. Termina la canción. Nuestro beso termina algo más tarde.

Sin hablar me coge de la mano y me hace seguirla. Salimos de la carpa. Pasamos el descampado lleno de coches aparcados y desaparecemos tras una zona arbolada. Vuelve a besarme y la cosa cada vez coge mejor color, mis manos recorren sus pechos. Me detiene y se separa. ¿Tienes?, me preguntó ansiosa con sus ojos vidriosos y mordiéndose el labio. Claro que si y un coche donde hemos venido, fue mi repuesta. Fuera de protagonizar una escena entre la maleza, esta vez me apeteció mas protagonizar una en el asiento de atrás de un coche sobre una manta roja. Ella se mordisquea el labio inferior de igual manera que después me lo hace a mí, entramos en el coche y todo fue placer. Su mirada ansiosa quiere ser dulce y lasciva. Poco creo recordar de lo que allí dentro pasó, solo que mis amigos se preguntaban donde anduve todo la noche y me rio por no decir que sobre la manta en la que ahora anda sentado Pedro.

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