08 marzo, 2009

surgió asi, sin más..

No sé porqué siempre estamos posponiéndolo todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo; el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo. A veces es miedo a tomar una decisión porque... ¿Y si te equivocas y cometes un error sin solución?
Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo, es como si cargáramos con una pesada carga sin alguna solución. El miedo a terminar con algo, el miedo a enterarte de ciertas cosas o quizás el miedo de nunca enterarte. Quien duda está perdido. No podemos fingir que no nos lo dijeron. Todos hemos oído los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos advirtiéndonos sobre el tiempo perdido. Hemos oído a los poetas malditos instándonos a vivir el momento, Carpe Diem, todos vimos El club de los poetas muertos. Los concretos e imperantes fragmentos escritos, los eternos dilemas y las manifiestas confusiones, las intensas preguntas y otra vez las eternas respuestas. Aunque, a veces, debemos escucharnos a nosotros mismos, esa voz interior que solo nosotros conocemos. Debemos cometer nuestros propios errores, tropezar con nuestras piedras y volvernos a levantar. Debemos aprender nuestras propias lecciones. Debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos más, hasta que comprendamos por fin que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que fracasar y cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado. A veces debemos escribir para que cuando alguien lo lea, de un vuelco y haga su vida nueva, para que cuando alguien lea tus palabras ya no tenga miedo.

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