27 octubre, 2011

fiesta inesperada


Me desperté por un ruido que venía de alguna parte de mi casa y fui a ver qué sucedía. Al abrir la puerta del salón vi serpentinas saltando por los aires que agujereaban las cortinas con sus trallazos para aterrizar agotadas sobre los muebles después de tanto vuelo en espiral. Las copas, borrachas, brindaban entre si y chocaban tan fuerte que algunas se rompían una mano o un pie. El sofá tenía el rostro desencajado por las carcajadas mientras le contaba una historia a los cojines que se abrazaban para no caerse de la risa. Bandadas de confeti cruzaban el cielo del salon mientras las sillas bailaban poseídas de tanta felicidad. Las botellas de champán se abrían solas vaciándose por los aires, luces de discoteca decoraban cada pared, el parqué era una pista de baile y los cds rodaban por el suelo y saltando para entrar en el aparato de música. Desde el pasillo miraba resignado, con ganas de sumarme a la fiesta donde no me habían invitado. No era un sueño, estaba sucediendo de verdad y entonces entendí el por qué de aquella fiesta: era el Día de mi Cumpleaños y los muebles querían celebrarlo.

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