06 abril, 2010

plastico y ébano

Subió las escaleras de tres en tres. La noche anterior, mientras follaban en su cama, ella le había contado con detalle cómo le esperaría al día siguiente. El no había sido capaz de pensar en otra cosa. Sólo quería que llegase la noche. Subir a la terraza y ver sus largas piernas esperándole. Llegar jadeando por la prisa y el placer anticipado. Disfrutar de su pequeño vestido, sin bragas, y de la postura prometida: inclinada, tumbada sobre el sofá de plástico rojo, compañero susurrante durante el acto que comenzaba a imaginar. Ofreciéndose por delante y por detras con sus pechos de ébano por fuera del escote,... reluciente, descarada, morena y amarga.

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