27 abril, 2010

dias tontos

Con la llegada del calor, Juan se levantaba de vez en cuando con el día desquiciado y se dedicaba a rondar por los bares en busca de señoritas que llevarse a los labios. Por lo general acababa con alguna divorciada que le pedía prácticas exóticas para demostrar que seguía en la brecha. Por suerte, estas extrañas crisis sólo duraban uno o dos días. El resto del tiempo su romance con su perro Polgo marchaba viento en popa.

1 comentario:

Terapia de piso dijo...

A veces sólo se necesita de momentos fugaces

Saludos.

José Roberto Coppola