02 febrero, 2011

Marta, escrito y sueño (II)


Marta llevaba unos meses diseñando lo que iban a ser las nuevas y sorprendentes aventuras de Blanca y el Príncipe Azul, alejadas de las manzanas y las maléficas brujas, cuando una idea empezó a colapsar su mente. ¿Y si era ella la protagonista de todas estas historias? ¿Y si todo esto formaba parte de un perverso plan que iba apartándola de la realidad? ¿Y si sus pies ya habían dejado de tocar el suelo? Cada vez le resultaba más difícil centrarse en su entorno. Largas trenzas, colas de sirena, duendes saltarines y enanos gruñones poblaban su vida, aguerridos caballeros le hacían el amor, pícaras serpientes mordisqueaban sus pechos, todo a su alrededor se convertía en una fábula de la que no podía escapar. De la que no quería escapar. Marta se había convertido en su propia infancia erótica, en una versión subida de tono de su vida. Atrás quedaban la popularidad, el éxito y la fama, congelados en el tiempo, perdidas en un mar de relatos inacabados.

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