27 septiembre, 2012

un(a) mañana


Despierta, ya es la hora. Ducha caliente, ya parece invierno. Hay agua nueva patinando por mi piel, corriendo con mis desechos directamente al desagüe. El sol sale cada día. 
Los niños de arriba berrean esta mañana, aunque no sepa porque, sospecho, que se entrenan para ser mayores. Las chicas, quieren ser más jóvenes, les da igual eso de ser princesas, ahora solo basta con estar siempre delgadas. Creerse que han heredado los genes de su madre, cuando en verdad saben de buena tinta que son iguales al malhecho de su padre. A mí me basta con aprender a hacerte sonreír y que tú no te des cuenta. Tengo sueño y una coca-cola light esperándome en la mesa, en ayunas es lo único capaz de espabilarme. Un cigarro encendido y la revista de siempre. Unas ganas de vivir que me matan. Y secretos que se ocultan en los espejos tras el vaho. Pasará la pagina, y de esto no recordaras nada aunque me duela, a mi me recordara tu ausencia en mi almohada. ¿A quién carajo le incumbe mis idas y venidas, quien fue mi huésped? Solo importa cómo será la despedida, el final del camino del caminante, los cambios de etapas, los finales que anuncian un nuevo 
comienzo, benditos nuevos comienzos, esperando que 
no todas las veredas tengan fin.

2 comentarios:

Incendios de nieve dijo...

Precioso.

MAR dijo...

Eso sería perfecto...que no todas las veredas tengan fin ...ni los deseos.
Mi abrazo.
mar