19 enero, 2010

secretos de masajes


Se adentró en sus hombros, acariciando cada poro, cada milímetro de su piel en una lenta escalada hacía su cuello. Él gimió cuando las manos de ella entraron en contacto con su nuca, suaves y frescas, cuando recorrieron la columna hacía sus muslos en vertiginosa carrera para hallar la meta deseada. Después los dedos regresaron al punto de origen, resbalando por los hombros, por los brazos extendidos hacia la cabeza perdiéndose en las sienes; entre el pelo mojado y enredado, para después, descansar en el cuello, ancho y suave. La sangre hería sus sentidos, el deseo por estrechar figura que le excitaba de aquel modo, amenazaba con desgarrar la ansiedad que se esforzaba en reprimir. Ella acariciaba su cuerpo con manos firmes, suaves, buscando la pasión, el ansia y el deseo; y era plenamente consciente de que está búsqueda sólo sería acallada cuando él hirviese de ansiedad. Él se dio la vuelta muy despacio. La toalla que hasta ahora había guarecido su hombría resbaló definitivamente hasta el suelo, y el deseo que sacudía su cuerpo, se reflejó en su sexo, firme, explicito, y caliente. Ella le contempló sin decir nada, sumida en una corriente eléctrica que le recorría todo el cuerpo. Desajustó la toalla que le oprimía, y su desnudez se perfiló en la habitación. Nadie se movió de su sitio, se miraban fijamente, acariciándose sin tocarse, comunicándose sin hablar.

1 comentario:

Scarleth dijo...

Cuanto no se puede transmitir con un masaje. No soy de las que conquista, pero la unica vez que lo intente mi arma fue el masaje y funciono. seguro no soy tan mala.

Por cierto... muy sugerente la melodia...