18 mayo, 2009

esperando el porvenir..


Ellos miran mi cara y mi cuerpo y huyen con horror. En mi soledad he decidido que si yo no puedo inspirar el amor, que es mi esperanza más profunda, entonces infundiré en su lugar, al menos, la misericordia mínima a los sin techo. Vivo porque Dios quiso que se fuera el hombre que me maltrataba en vez de yo en una de sus palizas. El tuvo una esclava toda su vida y yo tan solo la obligación de aguantar lo inaguantable, cuando habría sido fácil de alejarse del peligro ya no podía, cinco hijos a las espaldas es un nexo de unión suficiente como para enjaularte tu sola. La soledad me ha perseguido durante toda mi vida, por todas partes, en los bares, en los cajeros, en las aceras y ahora en las estaciones de trenes, por todas partes, no tengo escapatoria, soy una mujer herida, apaleada por la vida.

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