Despierta, ya es la hora. Ducha
caliente, ya parece invierno. Hay agua nueva patinando por mi piel, corriendo
con mis desechos directamente al
desagüe. El sol sale cada día.
Los niños de arriba berrean esta mañana, aunque
no sepa porque, sospecho, que se entrenan para ser mayores. Las chicas, quieren
ser más jóvenes, les da igual eso de ser princesas, ahora solo basta con estar
siempre delgadas. Creerse que han heredado los genes de su madre, cuando en
verdad saben de buena tinta que son iguales al malhecho de su padre. A mí me
basta con aprender a hacerte sonreír y que tú no te des cuenta. Tengo sueño y
una coca-cola light esperándome en la mesa, en ayunas es lo único capaz de espabilarme.
Un cigarro encendido y la revista de siempre. Unas ganas de vivir que me matan. Y secretos que se ocultan
en los espejos tras el vaho. Pasará la pagina, y de esto no recordaras nada
aunque me duela, a mi me recordara tu ausencia en mi almohada. ¿A quién carajo
le incumbe mis idas y venidas, quien fue mi huésped? Solo importa cómo será la
despedida, el final del camino del caminante, los cambios de etapas, los
finales que anuncian un nuevo
comienzo, benditos nuevos comienzos, esperando
que
no todas las veredas tengan fin.
2 comentarios:
Precioso.
Eso sería perfecto...que no todas las veredas tengan fin ...ni los deseos.
Mi abrazo.
mar
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