Me deslizo por tu piel, tobogán de la delicia. Te acaricio despacio, con mis dedos, con mis labios, con la lengua hasta descubrir la geografía de tus poros, cada resquicio, monte y cada valle de tu cuerpo, cada devenir de adversidades. El ambiguo camino de los cuerpos. Me entrego, me desnudo, lleno de deseos me deshojo y me sumo a ti. Despierto, cálidas y húmedas las sábanas, y comprendo que nunca fuiste más mía que cuando te soñaba.
1 comentario:
que puede ser más nuestro que aquello que habita en nuestros sueños...
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